samedi 27 août 2011

the smell of your neck, the warmth of your breath, the sweetness of your taste, the power of your touch, the strength of your need, FUCK!

Todo parecia decir que no iba a pasar nada. Ella ya se estaba resignando a la idea y se había empezado a dedicar al pisco. Bailaba al ritmo de la música con ojos cerrados, daba vueltas y se movía para así sacarse de encima esa necesidad tan animal que sentía hacia él. Lo veía desde lejos, ahí, y también sentía como él la miraba discretamente mientras bailaba. 

No lo pudo soportar más, fue a la barra y pidio otro vaso. Había pasado ya tantas veces por ahí que el barman ya sabía que prepararle. Solo intercambiaban miradas de comprensión y se decían salud. Ella siguió su camino, tenía que salir, aire. Caminó hasta pasar una piscina y entrar por unas enredaderas, ya sentía dentro esa melancolía otra vez. Sacó la pipa y la prendió. Mejor, pero había que volver a la fiesta, con todos, a seguir fingiendo.

- Estuve intentándolo pero no puedo - escuchó desde la oscuridad. El corazón se le detuvo, como siempre al sentirlo cerca. 
- ¿No puedes que? - contestó.
- Controlarlo. 
Ella se volteó y lo vio directamente a los ojos. Ahí fue cuando ella supo que toda esa fuerza que había estado reuniendo para poder decirle que no, había sido por gusto. Le tembló el pecho.
- Entonces no lo hagas - le contestó.

No tuvieron que decir ninguna otra palabra. Manos en las caderas, lenguas deseosas y aliento agitado y caliente en el cuello. 

Sus ojos se cruzaban y se miraban mientras se besaban y se tocaban el cuerpo. Él ya la tenía contra la pared, explorando sus piernas, arañando sus muslos tratando de aguantar las ganas de destrozarla. Le levantó el vestido. La lamió suavemente mientras la miraba a los ojos. Amaba ver como ella cerraba los ojos de placer con cada movimiento de su lengua. Metió sus dedos en ella y volvió a sentir esa humedad que lo volvía animal. Sus dedos empezaron a moverse con una velocidad loca, él estaba sumido en tanto éxtasis que las sensaciones los habían entumecido. Ella lo vio. Lentamente bajó hasta donde estaba él, le dio un profundo beso y al sentir su propio sexo entre sus labios se excitó aún más. 

Ella busco su miembro inmediatamente, no podía aguantar más las ganas de tenerlo entre sus labios. Firme, listo. Lo tomó entre sus manos mientras lamía  y mordisqueaba la punta. Usaba su arete, sabía que a él le gustaba. Veía en sus ojos que disfrutaba cada mordida pero la necesidad apareció y tuvo que dejar la lentitud para su imaginación. Tenerlo todo dentro de la boca era delicioso, lamerlo locamente era un movimiento repetitivo que anticipaba lo que más ansiaba. Sus manos estaban ya en su culo. El tomó su cabeza y la ayudó a conseguir un ritmo delicioso. Ella sentía como sus nalgas se contraían cada vez que el le penetraba la boca, tenía ganas de explotar, las sensaciones y la anticipación la hacían sentir algo dentro que pensó la mataría en el acto.

Sus ojos se cruzaron otra vez y así, automáticamente, supieron que ella quería tenerlo dentro y él queria estar dentro de ella. Se besaron apretadamente mientras sus sexos se buscaban. Los olores se mezclaban, boca, lengua, sexo, las necesidades, lo sentimientos. Su pene sintió ese calor que solo ella le daba y sintió como poco a poco ella lo invitaba a entrar.

 Una vez dentro se acabaron las pleitesías. El poder de sus caderas - la una contra la otra - delataban esa apuro de quererlo todo y quererlo ya. El tenía una pierna de ella subida contra la pared y la fuerza que él ejercía sobre ella la tenían sumida en un estupor sexual delicioso. En su realidad inmediata solo existían sus manos agarrándola  fuertemente, sus ojos desnudándola por completo y el placer que se daban el uno al otro.

Ella lo abrazó con sus dos piernas, él la cargó y la apoyó contra la pared. Cada estocada era un paso más hacia el clímax, se abrazaron más fuertemente. Las dos caderas se fundieron en un sólo movimiento rítmico sorprendente. La fuerza, el calor en el cuello, los gemidos, las mordidas, lamidas. Sus existencias estaban resumidas en el punto donde sus cuerpos se volvían uno, donde violaban todo lo que los mantenía separados, el calor, la humedad, la textura, una estocada fuerte, con tanta fuerza como para penetrar hasta al alma, palpitaciones, orgasmo.

Los cuerpos ya no tenían fuerza, se habían sumido tanto el uno en el otro que habían olvidado de la torpeza de sus cuerpos al estar separados. Cayeron rendidos al piso. El aún dentro de ella, ella sentada sobre él. 

Se besaron tiernamente, se miraron, se acariciaron las caras y se lamieron las heridas. Luego se separaron tan lentamente que era evidente que querían sentirse el uno al otro hasta el último momento posible. Se miraron otra vez y se rieron tímidamente. Eran cómplices y esto era lo mejor que sabían hacer juntos. 

Prendieron la pipa, no hablaban, no lo necesitaban. Los besos decían más. El humo disipó lo insulso de volver a la realidad. Se besaron fuertemente una vez más. Luego volvieron a la fiesta. 

Él con su novia y Ella con el suyo.



Aucun commentaire: